La semana pasada les conté acerca del impacto que tuvo en mí la película Anastasia cuando tenía 10 años. Pero quedó pendiente hablar del villano de la historia: Rasputin. Quise dedicarle su propia entrada, porque no solo es un excelente villano de película infantil, sino que su vida real está rodeada de controversias y misterios, al grado de que su nombre ha atravesado los siglos y perdura en la memoria colectiva.
La Historia de Rasputín.
Grigori Yefímovich Rasputín nació en 1869 en el pequeño pueblo de Pokróvskoye, en Siberia, una región aislada, fría y con pocas oportunidades educativas o sociales. Era hijo de campesinos en una Rusia profundamente desigual, un país que lentamente iba acumulando el descontento social que más tarde llevaría a la Revolución.
De su infancia se sabe poco, aunque se cuenta que era problemático y algo rebelde. A los catorce años, una pelea con un vecino terminó con una herida que, según algunos relatos, lo dejó "extraño", como si desde joven estuviera destinado a convertirse en algo fuera de lo común.
El Camino del Místico: Una Búsqueda Espiritual.
A pesar de su infancia complicada, Rasputín abandonó a su familia y comenzó a peregrinar por Rusia, supuestamente en busca de propósito y respuestas espirituales. A los dieciocho años, llegó al monasterio de Verkhoturye, en los Urales, con la intención inicial de convertirse en monje. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que abandonara esa vida, posiblemente para casarse y regresar a su pueblo.
Durante esta etapa, entró en contacto con los Khlysty, una secta cristiana considerada herética por la Iglesia Ortodoxa Rusa. Los Khlysty practicaban rituales extáticos que incluían bailes frenéticos, cantos y, según las acusaciones de sus críticos, orgías rituales que ellos justificaban como formas de purificación espiritual. Aunque no hay pruebas definitivas de que Rasputín fuera miembro oficial de esta secta, muchos creen que estas prácticas influyeron en su visión mística y en su carisma magnético.
El Hermano Macario y Su Nueva Reputación.
En algún punto de su camino, Rasputín conoció al hermano Macario, un monje ascético que lo inspiró a adoptar una vida de abstinencia y devoción. Este cambio sería crucial para su futuro, ya que le permitió construir una reputación de "hombre santo", alguien con el don de la curación y de la conexión espiritual. Su fama comenzó a extenderse más allá de Siberia, lo que eventualmente lo llevaría a los círculos de la aristocracia rusa y, finalmente, a la familia imperial.
Rasputín y los Zares: Un Sanador para el Zarevich.
Como conté la semana pasada, los zares Nicolás II y Alejandra tuvieron por fin un heredero varón, Alexei, tras años de intentar concebir un hijo. Sin embargo, Alexei padecía hemofilia, una enfermedad que impide la coagulación de la sangre y que heredó de su madre, la zarina, descendiente de la reina Victoria, quien portaba el gen. Esto se convirtió en un secreto de Estado, ya que la enfermedad del zarevich era vista como una debilidad que podría poner en peligro a la dinastía.
Rasputín fue presentado a la zarina por Anna Výrubova, una de sus damas de compañía más cercanas. La primera vez que Rasputín trató a Alexei, este había sufrido una caída y una hemorragia que no cedía. Rasputín rezó, impuso las manos sobre el niño y, según los relatos, la crisis se detuvo. Nadie sabe exactamente cómo lo hacía; algunos hablan de hipnosis, otros de su capacidad para calmar a la zarina, lo que ayudaba a aliviar el estrés de Alexei. Lo cierto es que sus intervenciones lo hicieron indispensable para la familia real.
Un Hombre Santo, una Corte Dividida.
La cercanía de Rasputín con la zarina Alexandra provocó todo tipo de rumores. Se decía que era su amante, que controlaba al zar y que sus decisiones políticas estaban influenciadas por él. Aunque no hay pruebas de una relación amorosa entre Alexandra y Rasputín, su influencia en la corte era evidente. Nombró ministros, despidió a otros y aconsejó al zar en momentos críticos. Para la nobleza, Rasputín representaba un peligro, y para el pueblo ruso, era un símbolo de la decadencia de los Romanov.
Rasputín, no era ajeno a las críticas. En una de sus profecías más famosas, advirtió que, si algún miembro de la nobleza lo asesinaba, toda la familia Romanov caería en desgracia. Esa advertencia se convertiría en parte de su legado, y algunos creen que fue un presagio del trágico destino de los zares.
El Asesinato de Rasputín.
El creciente descontento social en Rusia alcanzó a Rasputín. Los nobles temían que su influencia estuviera debilitando aún más a la monarquía. Liderados por Félix Yusúpov, un grupo de conspiradores invitó a Rasputín al palacio Moika la noche del 30 de diciembre de 1916. Según la leyenda, intentaron envenenarlo con cianuro, pero este no surtió efecto. Le dispararon varias veces, pero seguía vivo. Finalmente, lo amarraron y lo arrojaron al río Neva, donde murió ahogado. Aunque esta versión está dramatizada, su muerte fue violenta y marcó un punto de inflexión en la historia de los Romanov.
Rasputín y la Conexión con el MI6.
En 2004, un análisis forense concluyó que el tiro de gracia en la frente de Rasputín fue hecho con un revólver Webley, un arma utilizada exclusivamente por el MI6 británico. Esto, junto con la amistad entre Félix Yusúpov y Oswald Rayner, un agente británico, ha llevado a teorías de que la inteligencia británica participó en el asesinato. Al parecer, temían que Rasputín persuadiera al zar para firmar una paz separada con Alemania durante la Primera Guerra Mundial, lo que habría perjudicado los intereses de Inglaterra.
El Rasputín de la Ficción.
Cuando Anastasia llegó a Broadway, eliminaron a Rasputín y su narrativa mística, cambiándola por un conflicto más político con los bolcheviques. Aunque entiendo por qué hicieron el cambio, creo que quitar a Rasputín le roba a la historia parte de su magia. En la película animada, Rasputín es un villano poderoso, alimentado por su rencor y decidido a destruir a los Romanov por completo. Pero en la realidad, su papel fue más ambiguo: no un villano sobrenatural, sino un hombre que llegó demasiado lejos y se metió con intereses de otros personajes poderosos.
¿Una Maldición o un Destino?
Aunque los zares fueron quienes realmente cavaron su tumba al no escuchar a su pueblo, me sigue fascinando la narrativa del místico que los maldijo. Rasputín fue un reflejo de su tiempo: un hombre envuelto en misterio, símbolo de un imperio al borde del colapso.
El MI6 me hizo pensar en espionaje, la unión soviética y las películas de James Bond, pero me recordaron también la historia de cómo México le ayudó a Estados Unidos a ganar definitivamente la carrera espacial. Les cuento la semana que entra…