¿Y si la imaginación fuera tan poderosa que pudiera matar?
Hubo una vez un lugar llamado “El Cuarto Mundo”, un universo descrito como un paraíso donde reinaban la creatividad, el arte y la música, y se veneraba a personajes como Mario Lanza y Orson Welles. Un lugar de libertad, habitado por criaturas celestiales que no estaban sujetas a las limitaciones y normas del mundo real.
Este mundo fue creado por Juliet Hulme y Pauline Parker. Dos adolescentes neozelandesas que en 1954 cometieron un crimen que sacudió al país y marcó sus vidas, el asesinato de la madre de Pauline.
Pauline y Juliet estaban juntas todo el tiempo y compartían actividades creativas como pintar, escribir y hacer esculturas de plastilina. Con la esperanza de que algún día sus aventuras escritas se convirtieran en películas de Hollywood.
Su relación era intensa y obsesiva y pronto generó preocupación entre las familias de ambas, pues creían que tenían una relación homosexual, lo que estaba muy mal visto en la época, por lo que planearon separarlas enviando a Juliet a vivir con parientes en Sudáfrica. Juliet sugirió que Pauline la acompañara, pero su madre se negó.
La idea de ser separadas provocó en Pauline y Juliet una ansiedad por separación extrema, miedo intenso y desesperación ante la posibilidad de perder un vínculo que era fundamental para ambas.
La angustia que sentían y El Cuarto Mundo, que para ellas era real, las llevó a la conclusión de que matar a la madre de Pauline era la única forma de evitar que las separaran.
El asesinato de Honora Parker fue planeado meticulosamente por las adolescentes. Durante meses registraron sus sentimientos y pensamientos al respecto en sus diarios, incluso comparándolo con la planeación de una fiesta sorpresa. Eligieron el arma homicida, un ladrillo de 1.5 kg que meterían en un calcetín y que usarían para golpear a Honora.
El 22 de junio de 1954, llevaron a la madre de Pauline a un paseo por el parque Victoria en Christchurch. Durante el camino de regreso, Juliet le pidió a Honora que se agachara para recoger una piedra ornamental que había lanzado, momento que aprovecharon para iniciar el ataque. Pauline y Juliet comenzaron a golpearla con el ladrillo envuelto en la media, esperando que unos pocos golpes fueran suficientes, pero el ataque fue brutal y prolongado: dieron alrededor de 45 golpes hasta causarle la muerte.
Cuando terminaron, ambas corrieron a pedir ayuda a una tienda cercana diciendo que Honora se había caído y no respondía. Pero cuando la policía acudió a la escena encontró el arma homicida y cuando revisaron los diarios de Pauline y Juliet encontraron todos los detalles de su preparación para el crimen.
Como resultado de la investigación ambas fueron arrestadas y juzgadas en Christchurch ese mismo año. La defensa trató de argumentar que estaban locas, pero el tribunal no lo aceptó. Finalmente fueron declaradas culpables el 29 de agosto de 1954.
En ese momento, la pena máxima por homicidio en Nueva Zelanda era la pena de muerte, pero Pauline tenía 16 años y Juliet 15 por lo que recibieron una sentencia de cinco años y medio en instituciones correccionales y psiquiátricas separadas y se les puso de condición que no podían volver a verse.
Los expertos llegaron a la conclusión de que este caso se explica por una folie à deux, un trastorno psicótico compartido donde ambas se influenciaban mutuamente en delirios y paranoias.
Los psiquiatras señalaron que su creencia en el Cuarto Mundo era un síntoma de paranoia, delirios de grandeza y éxtasis, que las llevó a justificar el asesinato como un acto moralmente permitido para evitar la separación. Además, su relación obsesiva fue vista como un agravante de su trastorno, con signos de dependencia emocional extrema y conductas codependientes.
Después de su liberación, Juliet Hulme y Pauline Parker no se volvieron a ver. Pauline se cambió el nombre a Hilary Nathan y se mudó a Inglaterra para vivir una vida tranquila y alejada de los medios. Se convirtió en una católica ferviente y mostró un profundo arrepentimiento por lo ocurrido. Nunca habló con la prensa, ni volvió a buscar a Juliet.
Juliet se cambió el nombre a Anne Perry y se mudó a Escocia y luego a Inglaterra, donde se convirtió en una exitosa escritora de novelas policiales y de misterio, ocultando su pasado criminal durante décadas y logrando reconocimiento internacional con más de 90 libros publicados.
Perry expresó en entrevistas que vivió con un profundo arrepentimiento y que la escritura fue una forma de redención para ella. Nunca se casó ni tuvo hijos y falleció en 2023.
En 1994, esta historia fue llevada al cine por Peter Jackson, que escribió el guion con Frances Walsh y fue estrenada bajo el título de “Criaturas Celestiales”.
"Criaturas Celestiales" fue estrenada en el Festival Internacional de Cine de Venecia en 1994, donde ganó el León de Plata y fue elogiada por la crítica, en especial las actuaciones de Melanie Lynskey (Pauline) y Kate Winslet (Juliet), así como por la dirección y el guion. La película fue nominada al Oscar al Mejor Guion Original.
Hoy, a más de medio siglo de aquel crimen, seguimos construyendo nuestros propios "Cuartos Mundos". Las redes sociales, los filtros, las narrativas personales que proyectamos en línea, son versiones modernas de esos refugios ficticios. Mundos paralelos donde a veces el dolor, la soledad o el deseo de pertenecer se disfrazan de belleza, éxito o amor.
Pero igual que Pauline y Juliet, corremos el riesgo de perdernos en ellos, de confundir la fantasía con la realidad, y de justificar lo injustificable con tal de no romper el hechizo. La historia de Criaturas Celestiales nos recuerda que los mundos imaginarios pueden ser fuente de arte, sí, pero también de oscuridad, cuando se convierten en la única verdad posible.
Waaaaaaaa qué tremenda historia!